Soltar en una carcajada todo el aire, y después respirar

Y pensar que lo que escribo puede ser tan importante que toque algún corazón.

Despertar, luego, al ratito, caminar. Y colocarme en mi lugar, que en los demás ya pensé bastante.

Será que me habré hecho mayor, que algo nuevo ha tocado ese botón, para que Peter se largué.

No dejes que este mundo roto estropee tu sonrisa

martes

¿Qué es una lágrima?

Podría dar la fórmula química de la lágrima. Pero sería una tontería. Todos sabemos que la lágrima no es nada más que unas letras mayúsculas y unos números chiquitos, un líquido que sirve para lavar el globo ocular, como dijo una vez un crítico en un comentario literario.

La lágrima lava también otras cosas.

La lágrima abre su corola celeste sobre un signo de interrogación. A veces es una pregunta. A veces es una respuesta. Pero siempre es un mensaje. Pero siempre es una mano que se tiende, suplicante y abierta, en busca de otra mano que la estreche.
Y nace lejos de los ojos.

Nace en una región de adentro, ésa que el miedo paraliza; ésa que la emoción o la tristeza dejan un instante como suspendida en el aire, igual que cuando bajamos en un ascensor demasiado rápido; ésa que evidencia que existe justamente en el momento en que la amargura la define con un cosquilleo, con una vuelta de tuerca, con un temblor.

¿Qué es una lágrima?
Una lágrima es, un poco, decir adiós a lo que los ojos vieron antes de la lágrima.
Porque las imágenes anteriores ya no serán las mismas.
Porque cada vez que las miremos, después de la lágrima, las imágenes estarán impregnadas de su humedad salada, de ese sombrío fuego que quemó nuestros párpados.
Nada es igual después de una lágrima.

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